Por Pablo Manzano. International Consultant on Livestock and the Environment. Nairobi (Kenya)
El uso de niveles de referencia o baselines es habitual en estudios académicos en una gran variedad de disciplinas. El cociente de inteligencia, por ejemplo, ajusta el nivel de referencia (con valor 100) al cociente medio de la población, a pesar de que éste cambia significativamente entre generaciones (el llamado efecto Flynn). Variables importantes en cooperación internacional, como el bienestar o la calidad de la gobernanza también están sujetas a criterios subjetivos que necesitan de niveles de referencia.
A la hora de medir impactos ambientales resulta esencial establecer dichos niveles de referencia, pero hay una gran variación dependiendo de qué áreas geográficas estudiemos. En el caso del deterioro de la biodiversidad, por ejemplo, es habitual que se tome como referencia la llegada de los colonizadores europeos en países como Estados Unidos o Nueva Zelanda, pues es la época de cuando hay registros históricos y es problemático saber qué había antes exactamente. Esto introduce un relativismo importante, pues es evidente que los indígenas amerindios o polinesios causaron extinciones y alteraciones muy importantes. En el caso de la cuenca mediterránea, la alteración es tan importante y tan antigua que, por ejemplo, es muy difícil saber qué especies son autóctonas y cuáles son alóctonas.
Sigue leyendo