Artículo|Assessing the efficiency of changes in land use for mitigating climate change

El pasado mes de diciembre, se publicaba en la revista Nature el artículo “Assessing the efficiency of changes in land use for mitigating climate change” (Searchinger et al, 2018.), cuyos autores principales son investigadores asociados a la Universidad Tecnológica de Chalmers, Suecia.

El estudio concluye que la producción de alimentos ecológicos es peor para el clima que la agricultura convencional, debido al hecho de que necesita mayores áreas de tierra para cultivar los productos.

Un día después de su publicación y basado en este artículo científico pudieron leerse más de 24 titulares en prensa escrita en Suecia y otras latitudes europeas informando que los alimentos ecológicos son significativamente peores para el clima que los alimentos convencionales.

Tal y cómo era de esperar el artículo ha causado bastante revuelo a nivel global y especialmente en un país como Suecia con su propuesta institucional “Agenda 2030”, un marco estratégico que pretende aumentar al 30% el uso agrario en ecológico y al 60% el consumo público de alimentos ecológicos para el 2030.

Aquí en Remedia no queríamos dejar de mencionarlo desde una perspectiva de agricultura, sistemas alimentarios y cambio climático, fundamental para cualquier análisis a gran escala de la agricultura sostenible. Así que examinaremos más de cerca esta publicación.

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Este estudio desarrolla una métrica novedosa para calcular la huella de carbono del uso específico de la tierra llamado “coste de oportunidad” del carbono que estima cuánto carbono deja de fijarse en un terreno según su uso. Este cálculo mide la producción agrícola de una hectárea (ha) de tierra en términos de volumen de producto y emisiones de CO2 (Figura 1). El estudio concluye que, debido a los ineficientes rendimientos de la agricultura ecológica, generalmente se produce un mayor impacto ambiental que con métodos de cultivo convencionales. La idea detrás de esto es la siguiente: si producimos 4 toneladas/ha de trigo ecológico y 6 toneladas de convencional, entonces necesitamos 1.5 ha bajo producción ecológica para producir lo mismo que 1 ha en convencional. Bajo el prisma de la eficiencia del carbono abordan si el potencial de mitigación es mayor cuando se cultiva 1.5 ha en ecológico que 1 ha en modo convencional más bosque (por ejemplo) en 0.5 ha.

Los autores sugieren no solo comparar las emisiones de GEI y el secuestro de carbono del suelo o las pérdidas de diferentes sistemas de producción por kg, sino también agregar las emisiones y los cambios de secuestro que se producen al producir parte de este kg en otros lugares en caso de que un sistema de producción necesite más tierra y los dos sistemas de producción que no producen la misma cantidad/ha. Esta es una mejora útil de los enfoques clásicos de ACV (entre un enfoque de ACV relacionado con la cantidad de producto y un modelo completo de flujo masivo de sistemas alimentarios, que incluya efectos en el uso de la tierra debido a la evaluación global de los patrones de producción).

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Pero, aunque pueda parecer lo contrario, utilizan la agricultura ecológica como ejemplo para ilustrar su modelo con dos cultivos en un solo país durante solo tres años sin integrar un número significativo de cultivos o ganado. En definitiva, no se comparan sistemáticamente la producción ecológica y convencional a escala global o mayor. Otro aspecto a considerar en la discusión son los fertilizantes utilizados en la agricultura convencional. A pesar de su contribución de GEI (de acuerdo con la UNFCCC) no está claro si esto se incluyó en su comparación. El estudio tampoco considera los diferentes niveles de carbono del suelo. No abordan la degradación del suelo potencialmente mayor en los sistemas convencionales. Tras 38 años de investigación y ensayos en sistemas agrarios, el Instituto Rodale ha demostrado que los sistemas de cultivo ecológico almacenan más carbono en el suelo y a nivel más profundo que los sistemas de cultivo convencionales (Figura 2). Los autores expresan explícitamente que solo están interesados en la mitigación del cambio climático y no en ningún otro aspecto de sostenibilidad. Así que el estudio no tiene en cuenta el hecho de que los sistemas ecológicos promueven la diversidad biológica del suelo, lo que resulta en mayores reservas de carbono y nitrógeno. Las emisiones de GEI son solo un «servicio ecosistémico» y no deberíamos reducir la salud humana y ambiental a una sola medida. Lo mismo sucede con su ejemplo sobre coches y combustible, en una métrica de sostenibilidad más amplia, puede que no sea eso exitoso su planteamiento (no son las emisiones de GEI por km lo que cuenta para el clima sino el total agregado de GEI).Los autores solo observaron el aumento en el uso de la tierra por kg de producción y han declarado: «Debido a que la oferta de tierra es fija, solo aumentar su eficiencia puede permitir que el mundo cumpla con los objetivos tanto climáticos como alimentarios». Esta es un fallo en la configuración de su análisis, ya que básicamente plantean que la demanda y hábito de consumo no cambian cuando sabemos por otros estudios que es fundamental analizar todo el sistema alimentario y no solo la producción cuando se trata de sistemas alimentarios sostenibles. La demanda mundial de alimentos medida en calorías y proteínas se puede satisfacer sin aumentar las emisiones totales de gases de efecto invernadero incluso con sistemas de producción que no están optimizados para la eficiencia del carbono, por ejemplo, rumiantes alimentados con pasto, si disminuye el alimento de origen animal en nuestra dietas y se reduce el desperdicio y pérdida de alimentos.A modo de reflexión, legítimo es de un desde un punto de vista científico, pero también es peligroso, cuando se discuten resultados en un contexto más amplio y se divulgan los resultados a un público muy heterogéneo, ya que conduce a conclusiones que resuelven un solo problema y no tienen en cuenta las compensaciones con otros aspectos de similar importancia.

Referencias:

Searchinger, T. D., Wirsenius, S., Beringer, T., & Dumas, P. (2018). Assessing the efficiency of changes in land use for mitigating climate change. Nature564(7735), 249. Disponible en: https://doi.org/10.1038/s41586-018-0757-z

Autora:

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Isabel Blanco Penedo (Swedish University of Agricultural Sciences)

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